Es impresionante ver cómo los muertos (que son personas que nos han precedido, y que gozan -o no- de una vida eterna… aunque muchos tengan que purificarse) despiertan tanto el cariño divino que hacen que el Creador rompa sus leyes y traspase la cuarta dimensión, que es el tiempo. Y aunque su momento de merecer se ha agotado y sólo cuentan con los méritos que obtuvieron en vida, Dios les da la oportunidad de que nosotros podamos aplicar los méritos de Cristo a esos hermanos, amigos, familiares nuestros. La fe y el gancho del cariño hacen que nos acordemos de aplicar nuestras oraciones, Misa, trabajo ofrecido como ayuda o sufragio para pasar cuanto antes al Cielo. Y allí sí que nos pueden ayudar.