Querido Tío,

Han pasado días, meses y años desde que te fuiste, pero la huella de tu ausencia sigue marcada en cada uno de nosotros. Me resulta difícil expresar con palabras todo lo que siento desde tu partida. A menudo pienso en los momentos felices que compartimos juntos, pero también en la lucha y el dolor que enfrentaste.

Tu partida repentina debido al abuso de drogas nos dejó aturdidos, llenos de preguntas y con un profundo dolor en el corazón. Es difícil comprender por qué algo tan destructivo como las drogas pudo arrebatarnos a alguien tan lleno de vida, tan querido y tan especial como tú.

Recuerdo tus risas contagiosas, tus historias increíbles y tu espíritu generoso. Eras más que tus luchas; eras un ser humano increíble, un tío amoroso, un amigo leal y un ser humano con sueños y esperanzas.

Si pudiera retroceder en el tiempo, me gustaría haberte mostrado lo mucho que significabas para nosotros. Quizás habría sido diferente, pero las vueltas de la vida son difíciles de comprender y aceptar.

Tu partida nos ha enseñado mucho sobre la fragilidad de la vida y la importancia de cuidarnos unos a otros. Prometo recordarte por quien eras realmente, por tu bondad y tu calidez, por encima de todo lo demás.

Espero que hayas encontrado la paz que tanto anhelabas. Ojalá, de alguna manera, puedas sentir todo el amor que todavía tenemos por ti aquí, en nuestros corazones. Te extrañamos profundamente y siempre serás recordado con amor y gratitud.

Descansa en paz, querido tío. Siempre serás parte de nosotros.

Con amor y añoranza.