La respuesta es la misma que por la que los huracanes tienen el suyo propio: para prevenir daños mayores. Las borrascas profundas, como ‘Ana’, causan importantes pérdidas materiales, pero además ponen en riesgo la vida de las personas, por lo que es conveniente tomar medidas antes de que lleguen. Para mejorar la comunicación de las alertas de seguridad, es necesario que dicho ciclón reciba un nombre propio, pues cada segundo cuenta.

Esta decisión ha sido tomada de común acuerdo por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), MétéoFrance (Francia) e IMPA (Portugal). A partir del 1 de diciembre del 2017 todas las borrascas profundas serán llamadas por un nombre propio. Así, estos tres países son los más recientes, después del Reino Unido, Irlanda y Alemania, que han optado por emplear este sistema.