“Hay una sed de Cristo que, a pesar de tantas apariencias en contra, aflora también en la sociedad contemporánea, emerge entre las incoherencias de nuevas formas de espiritualidad y se perfila incluso cuando, a propósito de los grandes problemas éticos, el testimonio de la Iglesia se convierte en signo de contradicción. Esta sed de Cristo -más o menos consciente- no se sacia con palabras vacías. Sólo los auténticos testigos pueden irradiar de manera creíble la palabra que salva. ”

(Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo de 2001)