Aquello hizo que el niño reflexionara, viera que, si bien el mandamiento sólo obliga gravemente para los domingos y los días de precepto, ¿cómo podía él, que quería conquistar de verdad la Amistad de Dios, dejar pasar un solo día sin ir a visitarle al Sagrario o sin recibirle en la Sagrada Comunión, teniendo oportunidad de hacerlo?