Soñé que llegaba al Palacio del Señor Arzobispo Gastaldi y que estaba cayendo un enorme aguacero. En ese momento Monseñor salía del Palacio Revestido con los ornamentos pontificiales de celebrar la Santa Misa. Yo me le acerqué y le dije que por favor no saliera todavía a la calle porque estaba lloviendo muy fuerte y que se le dañarían las vestiduras.

Él se volvió hacia mi y de manera muy autoritaria me dijo: – Zapatero a sus zapatos. Métase usted en sus asuntos que yo me meto en los míos.

Yo me le acerqué otra vez y le rogué que no saliera a la calle todavía porque el aguacero arreciaba y le podía hacer mal.

Pero él me respondió bruscamente: – Usted no es el encargado de darme consejos a mí. Váyase a sus asuntos y deje que yo me encargue de los míos.

Y me apartó de su lado y salió a la calle. Pero tropezó entre tanto barro y se resbaló y cayó entre un charco, y sus ornamentos se dañaron mucho.

Yo le volví a rogar que velara por su dignidad, que no siguiera por la calle en medio de tan gran aguacero. Y hasta por cinco veces le rogué, pero todo fue inútil. No valieron ruegos ni suplicas. Cayó por segunda vez y cayó por tercera vez y sus ornamentos se llenaban más y más de barro y de mugre. Y a la cuarta vez que cayó ya no fue capaz de levantarse y sucumbió, y… murió.

Nota: Monseñor Gastaldi, por informaciones mentirosas que le dieron contra Don Bosco, lo trató muy bruscamente y lo hizo sufrir enormemente. El Santo trató varias veces de obtener que corrigiera su modo tan áspero de proceder pero no lo consiguió.

Con este sueño supo que se aproximaba la muerte de Monseñor. Poco después murió de repente, de un derrame cerebral.