Hoy quizá le gasten una broma inocente y sencilla. O la gaste usted. Y quizá sin saberlo, lo hará en recuerdo de aquellos pequeños que, por muerte prematura, no pudieron hacerlas. Hoy recordamos a los santos inocentes. Su origen bíblico parte de la consulta realizada por los magos de oriente en Jerusalén sobre el rey que acababa de nacer. En Belén tendría que nacer, y allí fue el séquito de Herodes para liquidar a todo posible rey, matando a todo menor de dos años. Hoy recordamos también a todos los pequeños muertos en edad de la inocencia, en especial a los nonatos, cuya cifra de muertes se ha incrementado con especial virulencia en las últimas décadas por una relativización de la vida y del valor de cada ser humano. Además de la broma inocente, recemos hoy también por estos pequeños y, sobre todo, por las personas que minusvaloran la vida de los que no se valen por sí mismos.