Mc 2, 17: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
«¡Oh, qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío: que queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad!
Tú dices, Señor, que vienes a buscar a los pecadores. Estos son, Señor, los verdaderos pecadores.
No mires nuestra ceguedad, mi Dios, sino la mucha sangre que derramó tu Hijo por nosotros.
Resplandezca tu misericordia en tan crecida maldad.
Mira, Señor, que somos hechura tuya».

(Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones, n. 8)