Ir al contenido
Resultados de la búsqueda para: Leopoldo María Panero
Catalogado como «enfant terrible» o, simplemente, loco, Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) es autor de la obra poética más radical y singular de la poesía española de los últimos tiempos. Pese a haber publicado hasta la fecha trece libros de poesía, además de otros volúmenes de narraciones y ensayos, L. M. P. sigue siendo el único -el último- tabú de su generación, un autor condenado a la marginalidad y al escándalo, recluido en el sanatorio psiquiátrico de Mondragón. Leopoldo María Panero, el último poeta reivindica la radicalidad y originalidad de la vida y la obra de L. M. P., y cumple con la exigencia de situarla en el lugar que se merece, pues a lo largo de sus páginas se ofrece una lectura global de la poesía de Panero, analizando diferentes aspectos formales y temáticos y suministrando las claves necesarias, lo cual convierte el estudio de Túa Blesa en la guía imprescindible para adentrarse en la obra de este genial poeta de la nada. El volumen se cierra con una antología poética, que recorre de forma amplia la trayectoria del poeta, desde su primer libro hasta el último: Orfebre (Visor, 1995).
Dicen seguro que con acierto los que saben del tema, que Leopoldo María Panero es uno de los mejores poetas nacidos aquí, puede que el mejor. Este libro recoge alguna perspectiva más, dentro de la subjetividad de cada uno de los autores (Alberto García-Teresa, Alex Portero, Alpasky, Ángel Guinda, Charo Fierro, David González, Sor Kampana, Elba Martínez, Eloísa Otero, Esteban Gutiérrez Gómez, Felipe Zapico, José Ángel Barrueco, Julio César Álvarez, María Ángeles Maeso, Óscar Ayala y Vicente Muñoz Álvarez) que amablemente han colaborado en él, para ofrecer otra realidad en contraposición a los diálogos surrealistas e imposibles que acontecen en las diferentes apariciones que aquí se dan. Blog del libro, http://eldelmediodelospanero.blogspot.com.es/
Leopoldo María Panero lucha con la memoria literaria, las repetidas citas a menudo sin cursiva, no desviaciones, pero sí directrices del texto; de Eliot, de Pound, de Lacan, de Kierkegaard, de Gimferrer, de Virgilio, de Ovidio, hasta de Lou Reed, se convierten en lucha con el recuerdo de sí mismo, las citas son autocitas: «Porque solo soy el recuerdo de mí mismo», o «una voz escupe en mi cerebro / la palabra ayer». Como Dino Campana en el manicomio de Castel Pulci, Panero, dictando sus nuevos textos, somete su obra a una vibración, a un temblor: «y con la risa blanca y muda que eyaculo / imito al pus / que aúlla desde el vientre del cadáver». Las largas y exuberantes composiciones del primer Panero se han hecho descarnadas en estos extremos textos de su «poesía última».
Ensayo literario y biográfico del poeta Leopoldo María Panero a partir del viaje al que la doctora Hernar Galán acompañó a la Feria del Libro de Guayaquil. Un retrato personal y poético de un autor de culto, extravagante y desmesurado y uno de los grande
El estudio introductorio de Linaje de Malditos despeja en buena parte el galimatías acerca de qué es lo define a os escritores malditos. La realidad del mala en la naturaleza y la historia, asumida en sus obras y sus vidas, es la clave postulada, la que
Catalogado como «enfant terrible» o, simplemente, «loco», Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) es autor de la obra poética más radical y singular de la poesía española de los últimos tiempos y sigue siendo el último tabú de su generación, un autor condenado a la marginalidad y el escándalo, recluido la mayor parte de su vida en sanatorios psiquiátricos.
Me asalta la asociación por la semejanza entre la superficie del papel y la de la roca sobre cuya superficie unos seres humanos de hace siete mil años hicieron rayas y estrías, pero, sobre todo, por la identidad de los mensajes. «Estuvimos aquí, hicimos esto», nos dicen aquellos que cogieron un objeto punzante y marcaron la piedra. Y lo mismo nos dice Leopoldo María Panero: «Estoy aquí, condenado a la vida eterna, a vejez sin llanto». Lo único que cambia es que, ahora, las inscripciones son eso que llamamos poemas, y que ya no es posible trazarlas con la inocencia que, para bien y para mal, reinó en el corazón de los hombres que vivieron hace 7000 años. Del Prólogo, de Bernardo Atxaga.