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CUERPO A TIERRA (MARTÍN KOHAN)
Fierro y Cruz, malhechor y autoridad, se emparejan en un mismo rencor, un mismo afán, un mismo amor. Un camionero sucumbe en medio de la noche al murmullo perturbador de los animales que transporta hacia el matadero. Un hombre abandonado percibe una rareza formidable, la bajante extrema del Río de la Plata, como una señal, una invitación ineludible a cruzar el río a pie en busca de la persona que ama. Un soldado de a poco comprende hasta qué punto admira al hombre al que tiene que fusilar.No siempre somos dueños de nuestras decisiones, a veces solo nos gobierna un impulso irreconocible y, en ciertas ocasiones, no hay más verdad que la del cuerpo.Traición y decepción, amor y desamor, soledad y búsqueda son los protagonistas de estas historias tan intensas como inteligentes.

EL PAÍS DE LA GUERRA (MARTIN KOHAN)
Contar la historia como historia de guerra, historia de batallas y de héroes militares es, además del género predilecto, el género hegemónico de las narraciones que construyeron la historia de la nación Argentina. La guerra, sostiene Martín Kohan, es lo que prevalece y acaba por definir los tonos narrativos, la lógica de las causas y consecuencias, la atribución de los protagonismos. • Un recorrido que va de la Marcha de San Lorenzo y las narraciones de Mitre sobre Belgrano y San Martín, hasta el análisis de los textos de Rodolfo Walsh y el relato de la muerte de su hija, militante de Montoneros, el relato que hace Videla en Disposición final de Ceferino Reato, o los textos que narran la guerra de Malvinas desde la literatura, como Los pichichiegos de Fogwill o Las islas de Gamerro.

ZONA URBANA . ENSAYO DE LECTURA SOBRE WALTER BENJAMIN (KOHAN, MARTÍN)
París es, con toda evidencia, la ciudad central en la obra crítica de Walter Benjamin. Pero también es posible desplazarla y convertirla en el vértice de una figura que se compone con otras tres ciudades: Berlín, Moscú y Nápoles. Esa nueva figura, plural y diversa, pero fuertemente articulada, es la zona urbana que se indaga en este libro. Una figura que se nutre de la realidad de esas cuatro ciudades, hasta formar una ciudad nueva, tan real como imaginada, una ciudad que cobra existencia en este recorrido de lectura por los textos de Walter Benjamin. Entrando y saliendo de este mapa, Martín Kohan nos invita a transitar por las preocupaciones estéticas y políticas de Benjamin: la modernidad y su prehistoria, la revolución, la infancia, el lenguaje, la tecnología, el aura y la pérdida del aura, la experiencia y el final de la experiencia.

CUENTAS PENDIENTES (KOHAN, MARTÍN)
¿Cuánta desgracia, cuánto infortunio, cuántas desdichas pueden llegar a caber en la vida de un hombre sencillo? Cuentas pendientes se resuelve por una apuesta de máxima: el retrato de una vida en la que el fracaso lo alcanza todo. Porque no hay cosa en la patética rutina de Giménez, el protagonista aparente de esta novela, que no merezca la mayor compasión. Lo que sucede es que el narrador que se ocupa de él no le tiene nunca ninguna. Lejos de cualquier pietismo social y de las justas proporciones del realismo, se vale de las desmesuras del grotesco para ensañarse con él. El giro de las cosas en Cuentas pendientes alterará, sin embargo, esta disposición. Porque las novelas que se ocupan de vidas apagadas o penosas suelen alentar esta promesa: la del poder liberador de la imaginación, la del poder de compensación de la propia literatura. Y lo que Martín Kohan (que ganó con Ciencias morales, tan celebrada, el Premio Herralde de Novela en 2007) explora en este libro es una opción diferente: la de la imaginación como condena y como agobio; la de la literatura como reducto, ella misma, de una última desesperación.

BAHÍA BLANCA (KOHAN, MARTÍN)
Hay una atracción evidente en las muchas ciudades de las que se dicen cosas buenas. Pero no puede ni lejanamente compararse con la atracción de una ciudad de la que siempre o casi siempre se dicen cosas adversas. Por eso Bahía Blanca, la puerta de acceso a la Patagonia en el sur de la provincia de Buenos Aires, es la heroína de esta novela. Porque una ciudad así cargada de negatividad se vuelve un lugar ideal para alguien que necesita olvidar, anular, suprimir, negar. Y es eso lo que le sucede a Mario Novoa, el héroe o antihéroe de esta historia. Porque su historia de amor ha llegado a ese punto terrible en el que lo desesperado y lo impasible se unen y funcionan a la vez. Y cuando eso pasa, no hay otra opción más que el olvido. El resultado es la mejor novela de un imprescindible autor argentino. "Kohan despliega una prosa hipnótica en Bahía Blanca" (Ricardo Baixeras, El Periódico). "Martín Kohan vuelve a sorprendernos con su mejor novela: Bahía Blanca, la obra de un importante e imprescindible autor argentino" (Ángel M. Salazar, Deia). "Entre las grandes novedades de este 2012 está por méritos propios la esperada nueva novela del argentino Martín Kohan, Bahía Blanca" (El Ideal Gallego).

CIENCIAS MORALES . PREMIO HERRALDE DE NOVELA (KOHAN, MARTÍN)
Los muros del colegio son gruesos y consistentes. Prometen preservar la rutina de los días de estudio de todo lo que pueda estar pasando fuera, de todo lo que –de hecho– está efectivamente pasando fuera, en las calles vecinas, en Buenos Aires, en esa Argentina de 1982. ¿Pero qué espacio limitan esos muros, un lugar de adquisición del saber o un recinto sadiano? Porque el colegio extiende su jurisdicción más allá de la enseñanza, imparte a sus alumnos una rigurosidad que no deben descuidar en ninguna circunstancia de sus vidas, una implacable moral que debe constituirse en el inflexible esqueleto de todos sus actos.María Teresa es preceptora en este colegio, o sea, una inocente –o quizá sólo ignorante– maestra de ceremonias. Tiene veinte años, empezó a trabajar cuando todavía era verano, y el señor Biasutto, el jefe de preceptores, le reveló en su primera entrevista la actitud que convenía adoptar con los alumnos. Porque no era fácil obtener lo que él llamaba «el punto justo» para la mejor vigilancia. Una mirada alerta a la que no se le escapara nada pero que no fuera evidente, para no poner sobre aviso a los estudiantes. Una mirada a la que nada le pasara inadvertido, pero que pudiese pasar inadvertida ella misma. Quizá la mirada del perverso, o del carcelero, o del amo. Y María Teresa, que admira al señor Biasutto, se perfecciona como preceptora, se esmera en la aplicación de las normas y la corrección de las conductas. Pero si todo está prohibido –hasta para ella misma–, todo es transgresión. Y cuando María Teresa, persiguiendo un vago, quizá inexistente olor a tabaco, comienza a esconderse en los lavabos de los chicos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante la autoridad, y poco a poco hace de ello un hábito oscuramente excitante, no es de la violación de las reglas sino de su aplicación a ultranza de donde surgirán la torsión y el desvío, de la rigurosa vigilancia de una completa rectitud, de la custodia inflexible de una normalidad total y atroz. Una vigilancia, una custodia que tal vez estén siendo aplicadas más allá del recinto de este pequeño mundo cerrado que nos descubre Martín Kohan. Porque extramuros de ese colegio donde estudian y han estudiado las futuras clases dirigentes, hay otro mundo, hay un país que acaso se le asemeja. Ciencias morales confirma indiscutiblemente la extraordinaria madurez narrativa de uno de los autores más inteligentes, más estimulantes, de la reciente literatura argentina.