Paco Castro y Antonio García Rubio han mantenido a lo largo de los años una correspondencia reflexiva, creativa, interrogativa y serena. Cuando cualquiera se acerca hasta sus cartas tiene la impresión de que ambos las hubieran escrito sentados a la sombra de un árbol común. Aparece ante nuestros ojos un árbol, un tronco y un ramaje que, además de ofrecerles una misma sombra, también les brinda el don de una misma fe, de una semejante soltura y de una parecida calma. Aunque, siguiendo la lectura, pronto descubrimos que ellos, estando bajo el mismo árbol, sin embargo están ubicados en lugares, contextos y momentos diferentes de la sociedad y de la historia presentes. Son muchos los temas que inquietan hoy a la humanidad. Esos temas son los mismos con los que ellos, que participan plenamente de las alegrías y de las angustias de la sociedad en la que viven, se acuestan cada noche y se levantan cada mañana, los mismos que repasan diariamente a la sombra del árbol de la vida y de la fe, del árbol de la sabiduría del Evangelio.