A veces, a los mayores no hay quien los entienda. Fíjate: el otro día, mi abuela llegó a casa, dijo que venía «muerta» y se sentó en una silla... ¡Ya...! ¡Deben de pensar que somos tontos! ¿Cómo iba a estar «muerta» si hablaba y todo? Me llamo María y estas cosas me dejan muy extrañada, pero, como yo digo... ¡A mí qué me importa!