Desde que Alfonso se inicia con apenas catorce años con escenas del Madrid callejero para El Heraldo y colaboraciones para diarios como El Sol o El Imparcial, hasta que, en 1989, se convierte en el primer fotógrafo académico de la Real de San Fernando, median casi setenta y cinco años de trabajo creativo. Su apogeo como reportero gráfico se produce, sin duda, durante la década de los veinte, cuajada de sucesos decisivos como la guerra de Africa -que sigue como corresponsal en los distintos frentes-. Al mismo tiempo, su galería se convierte en punto de referencia para políticos, artistas, intelectuales, toreros. A partir de 1940 su estudio concentra su actividad, y allí investiga, expone y retrata. Alfonso nos ha legado, además de retratos de personas y personajes, testimonios de ambientes y acontecimientos de sucesivas décadas de la Historia de España; hasta el punto de que su obra resulta imprescindible para desentrañar, desde el punto de vista gráfico, el devenir de nuestro país durante este siglo.