Alma Mahler fue un personaje emblemático de su tiempo, la última representante de una estirpe llamada a desaparecer. No sólo reúne en sí características notables que la hacen acreedora de nuestra atención, también, y más importante incluso, en ella encontramos un espejo inigualable en el que se ven reflejadas las luces y sombras de su época. Una época marcada por hombres geniales y por convulsiones políticas y sociales que con sus turbulencias hicieron tambalearse un mundo de cuyas ruinas emergería, sencillamente, el nuestro. Es la época de Freud, Mahler, Gropius, Klimt o Kokoschka y, de una manera o de otra, Alma Mahler tuvo algo que ver con todos ellos. De su privilegiada mano nosotros también podemos asistir a toda aquella radical transformación que exigió dos guerras mundiales y significó el surgimiento de una nueva forma de pensar y de vivir de la que, aún hoy, somos deudores.