Ganivet representa uno de esos destellos de genialidad que a veces surgen frente a la atonía y a la abulia que inundan los siglos. Ganivet sueña y de ese sueño, que es antes que reflexión serena, un estallido pasional de afirmaciones rotundas, nace una cierta forma de sentir a España en vivo contraste con una imagen reposada, pero un tanto pequeño-burguesa, a la que se opone desde luego la mentalidad viva y efervescente de este granadino universal que siente a España desde Europa. Contraviniendo el juicio expresado por Donoso Cortés, para el cual el siglo XIX es el siglo de las negaciones radicales junto a las afirmaciones soberanas, Ganivet constituye una exaltación rotunda y una afirmación plena, de lo que fue España y de lo que España podría seguir siendo.