La primera vez que Nerea escuchó la palabra antípodas creyó que se trataba del nombre de un reino mágico. Lo que no podía imaginar era que se trataba de un lugar real, situado al otro lado del mundo, y que se tendría que marchar a vivir allí abandonando todo lo que hasta ese momento había conocido: sus amigos, su colegio, su vida y a Jaime.