1978. Mientras Italia vive los dramáticos días del secuestro de Aldo Moro, una Milán dominada por los conflictos políticos y el crimen organizado se prepara para convertirse en la ciudad de moda de los años ochenta. La alta sociedad veranea en Santa Margherita y Paraggi, y se entrega a diversiones cada vez más extremas, en un clima de fin de imperio. En este mundo de restaurantes de lujo, discotecas, garitos clandestinos y cabarets hace sus negocios un hombre enigmático, fascinante, víctima de una mutilación por desquite que lo ha vuelto un cínico. Todos lo conocen por el nombre de Bravo. Trabaja con mujeres. Las vende. Su existencia es una larga noche insomne que pasa en compañía de desesperados, como su amigo Daytona. El único ser humano con el que parece tener una relación normal es Lucio, su vecino. Los une la pasión por los acertijos. La aparición inesperada de una chica, Carla, reaviva dolorosamente sensaciones que Bravo creía olvidadas para siempre. Pero marca también el principio de una pesadilla en la que se verá perseguido al mismo tiempo por la policía, los servicios secretos, el crimen organizado y las Brigadas Rojas. Para salvarse no cuenta más que consigo mismo. El mundo real, del que había tratado de huir refugiándose en la oscuridad, lo reclama y lo enfrenta a la violencia de su tiempo. Es algo tan grande que, en comparación, sus tráficos turbios parecen claros como el agua.