El espectacular vacío del paisaje arábigo aporta un lienzo en blanco sobre el que se proyecta un cúmulo de maravillas culturales, religiosas, intelectuales y comerciales. Arabia evoca a la reina de Saba y las caravanas de camellos que portaban incienso desde Dhofar, en Omán; los dhows cargados de perlas en Dilmun; las ruinas del imperio de Madain Saleh, en Arabia Saudí. Hoy caravanas y dhows realizan diferentes actividades, pero el léxico de Las mil y una noches que introdujo el vulnerable y exótico mundo de Sherezade en Occidente aún ayuda a definir la península. Ya sea visitando un fuerte, regateando en un zoco o adentrándose en laberínticos callejones, no se tarda en descubrir la magia eterna de Arabia.