Todo en el universo está en proceso de transformación y ascensión, con tu participación o sin ella, se está produciendo ahora. Ante esto, tú puedes asumir dos posturas: la de ser un espectador pasivo o la de ser un actor de tu propia historia. La diferencia entre una y otra es que los cambios dados desde la conciencia se realizan de manera rápida, sin tanto dramatismo y con mayor entendimiento, porque al comprender que la energía es dinámica, es movimiento y muta. Comprendes que la transformación es parte de la vida misma y te permite fluir con el río de la vida, sin resistencia. Es así que para transformar algo de manera consciente, solo se requiere que des un mínimo paso: «decidir». A esto le han llamado «libre albedrío» y te ofrece la libertad de decidir cómo asumir los cambios, retos y transformaciones que la vida te pone a cada instante, y qué postura, pensamientos y sentimientos adoptar para obtener respuestas en tu vida con base en estos elementos. Es por todo esto que la transformación cuántica es un estado de conciencia en ti desde la reconexión con el campo del amor, esa energía que impregna todo de vida. El amor visto como la vida misma, la fuente de vida, y no desde el romanticismo. Por ello, esta obra toca aspectos de la vida, como rendirse ante «ese algo más grande», la búsqueda, realizar una mirada de reconocimiento al otro como parte de ti, aprender el arte de cocrear y cómo el amor es la razón de la existencia. Y es solo por medio del amor que se pueden transformar los rincones de tu mente para finalmente mirar cada circunstancia pasada y presente con una mirada que incluya y deje ir lo que ya no puedes cambiar, porque no está en tus manos. Permitirte adquirir este arte de reconexión con el campo cuántico desde el amor te brinda una forma real de ver la vida y las situaciones que te rodean, con mayor objetividad y comprensión. Esta postura te permite ver cada aspecto de la vida desde una forma nueva de verte a ti mismo, de experimentarte y experimentar la vida misma. Desde la conexión con el amor o la fuente de vida que algunos llaman «Dios», la vida es vivida con «V» mayúscula; es decir, la Vida puede ser vivida desde la confianza en «ese algo más grande» que tus propias capacidades humanas. Y es así como finalmente te conviertes en un artista de tu propia transformación. El ser humano, cuando confía en su fuente creadora, no teme a la transformación desde niveles cuánticos, pues reconoce que todo en este plano es cambiante y que en el cambio habita la eternidad, y sabe que esto le permite desarrollar su infinito potencial. El ser humano no es una víctima de este espacio y tiempo; por el contrario, en el momento presente, es un gestor de todo este universo.