En este libro, como en muchos cuentos, aparecen tres deseos: El primero es el de entretener al lector. Si un libro no entretiene, el lector tiene el deber de abandonarlo cuanto antes, por aburrido. El segundo deseo es el de proporcionar unas enseñanzas válidas. Y si estas enseñanzas se llevan de una manera práctica a la vida cotidiana, entonces nuestros tres deseos han sido concedidos.