En la "vieja" Europa, los reyes representaban un papel determinante, mediado por sus relaciones, no siempre pacíficas, con sus respectivas comunidades. A menudo, las crisis internas se saldaban con cambios dinásticos que, tras una guerra civil, obligaban a recomponer las fidelidades políticas. La instauración en 1700 de los Borbones al frente de la monarquía española muestra las tensiones que podían llegar a generarse, tantas como para marcar la historia de todo el siglo XVIII. Fruto de un coloquio internacional, los trabajos recogidos en este libro aportan, trescientos años después, nuevas reflexiones sobre aquel decisivo acontecimiento.