Cien millones de personas en el mundo viven del cultivo y la manipulación del café, la materia prima más lucrativa después del petróleo. Sin embargo, una proporción ínfima del precio que pagamos en el Norte como consumidores va a parar a los trabajadores del Sur, cuyas condiciones sociales y laborales en las plantaciones están lejos de cumplir unos códigos éticos y dignos que favorezcan su calidad de vida.