Ningún poema tan célebre como el Cantar de los Cantares. No existe otro texto tan misterioso ni tan fecundo en las lenguas europeas. En castellano ha inspirado las obras maestras de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Francisco de Quevedo y los traductores bíblicos Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. Si como libro sagrado El Cantar de los Cantares es una alegoría de la unión de Dios con Israel, de la divinidad con el alma humana y de Cristo con la Iglesia, en términos no religiosos sino terrenales El Cantar de los Cantares es el mayor poema erótico de la historia, una celebración del deseo mutuo y la legitimidad y la dignidad del placer. Todas las lenguas y todas las épocas deben aspirar a apropiarse de los clásicos y a naturalizarlos para su tiempo. Tal es el propósito de esta aproximación. Basado en un antecedente mexicano: el libro políglota que en 1891 publicó en Aguascalientes Francisco Díaz de León, José Emilio Pacheco utilizó todas las traducciones disponibles para hacer otro Cantar de los Cantares en el idioma poético de nuestros días. En vez de intentar el verso o el versículo, optó en aras de la mayor fluidez por un género del que no dispusieron sus antecesores ilustres: el poema en prosa. Así, un texto que tiene casi 3 000 años vuelve a ser nuevo y actual y suena como si hubiera sido escrito ahora mismo. La eternidad del Cantar de los Cantares es la eternidad del deseo.