Si la Cuaresma está marcada por la idea del Éxodo, salida de la esclavitud hacia la tierra de la libertad, entonces la Cuaresma ha de ser como una especie de éxodo personal y comunitario, la salida de nosotros mismos, de nuestros egoísmos y el camino hacia el hermano, el prójimo, el otro. El hermano es el eslabón para ir al Padre y preparar la Pascua, como lo hizo Jesús. El día del bautizo comenzó una travesía que cada uno tiene que recorrer. Otros, se preparan para recibir el Bautismo. Todos convocados a descubrir la esencia de la vida cristiana: volvernos al Evangelio, volvernos al hermano. En la línea de los ciclos anteriores, el autor nos presenta abundantes, variados y ricos materiales para la celebración dominical cristiana.