«Yo me considero un agnóstico amigo de las religiones, admirador de las religiones», dice Vicenç Villatoro. «Soy un cristiano escéptico; un cristiano que busca, que trata de comprender mejor lo que cree», dice Francesc Torralba.A lo largo de cuarenta cartas —veinte por corresponsal—, Francesc Torralba y Vicenç Villatoro tratan temas como la pregunta por el sentido, Dios creado o Dios creador, lo sagrado y lo profano, la esfera religiosa y la esfera pública, la muerte y el consuelo, una ética sin Dios, la belleza, el misterio del mal, la transmisión de valores y convicciones, la existencia de los cristianos, la plaza pública, la capacidad de celebrar y la espiritualidad sin fe.Es un diálogo de ideas, pero también de experiencias vividas durante el medio año de redacción, entre el inicio del veraneo y las celebraciones familiares de Navidad. Las cartas cruzadas entre Torralba y Villatoro confrontan no solo un creyente y un no creyente, sino también un filósofo y un escritor, un teólogo y un periodista. Y ambos convierten a menudo el epistolario —el «género del alma»— en un dietario: en la exposición abierta y desacomplejada de los senderos —interiores y exteriores— de la propia vida.