El diario íntimo, tan en boga en los últimos tiempos, cuenta con fervorosos partidarios y detractores encarnizados. Ambas posturas se exacerban cuando se trata de los diarios de García Martín, ya casi un género en sí mismos, de los que Dicho y hecho constituye la tercera entrega. Para muchos, no son sino la más deleznable muestra de la chismografía literaria y del impudor confesional; para unos pocos y avisados lectores, que los han convertido casi en objeto de culto, trazan con brillantez e inmediatez, irreverencia e independencia, humor y pudor, no sólo el autorretrato de un hombre que sabe dar a lo cotidiano, como quería Novalis, la dignidad de lo desconocido, sino también la crónica, no por apasionada menos fiel, de este fin de milenio.