El panorama inmenso al que nos abre la encíclica «Caritas in veritate» de Benedicto XVI se asemeja mucho a un bosque. Está llena de frutos y riqueza, pero se manifiesta con una exuberancia tal que puede llegar a abrumar al que se acerque a su lectura. En ella encontramos referencias a casi todos los campos del saber humano y de la vida en sociedad; no solo la política o la economía como objetos prioritarios de la doctrina social de la Iglesia, sino también a la educación, las ciencias humanas, la vida, la familia, etc. Cualquier estudioso de estas realidades se encuentra interpelado por su lectura, pero a partir de un horizonte de comprensión tan abierto que, cuando quiere profundizar en sus indicaciones, descubre pronto que pueden interpretarse en direcciones diversas, con la dificultad evidente de perderse en el camino.