San Juan Bosco fue un independiente; tanto que ni siquiera quiso depender de cualquier profesión de independencia; tanto, que, independiente incluso de su popularidad, no titubeo en arrogarla a la calle cuando escribía, hablaba y ensalzaba al papa Pío IX. Tal actitud le costó parte de su vida; pero nos descubrió en él los más altos quilates de su nivel, cuando la tergiversación y la maledicencia, impidieron al pontífice recibirle un mes antes de su muerte.