"Mi intención era escribir un capítulo de la historia moral de mi país y escogí Dublín para escenificarla porque esa ciudad me parecía el centro de la parálisis". Así explica el artista lo que para él constituyó una especie de ejercicio de exorcismo contra sus demonios interiores. Unos cuentos que debemos leer con precaución, prestos a percibir los ecos y los silencios.