Eduardo T. Gil de Muro, carmelita descalzo y periodista, nos recuerda en estas páginas la vida de fray Juan, que hizo en la cárcel conventual de Toledo los mejores versos que se hayan escrito en castellano: Cántico Espiritual, vendrán después los poemas de la Noche Oscura, Llama de Amor Viva, La fonte que mana y corre, Pastorcito. Una poesía admirable, hecha de llama y belleza, capaz de expresar los más íntimos secretos del alma.