¿Qué sucede cuando un filósofo se encuentra con una niña de once años que conoce a Platón y está preocupada por la Idea de dinosaurio? Vittorio Hösle, un filósofo poco común, contesta a esta y otras preguntas que Nora le hace —preguntas reivindicativas, casi de protesta— mediante cartas en las que le cuenta conversaciones mantenidas en el Café de los (siempre jóvenes) filósofos muertos, adonde acuden los grandes maestros del pensamiento. Y Nora entra en la refriega, y opina, protesta o se emociona, se alegra o entristece. Y se asombra. Del asombro, como la misma filosofía, nace también este epistolario entre el filósofo y la niña, que podría definirse como el diálogo inocente entre la inagotable curiosidad de la niñez y la perplejidad de la historia de la filosofía.