Premio Nacional de Literatura 1978. El libro de memorias y la reflexión sobre el propio quehacer literario. En una noche de insomnio y de tormenta, la escritora, inopinadamente, recibe la visita de un desconocido vestido de negro, cuya identidad permanece ambigua a lo largo de todo el relato. La extraña relación que se va creando entre ellas y ese interlocutor desconcertante, que en nada se parece a los entrevistados de oficio, mantiene en suspenso el ánimo del lector, pendiente de las piestas del enigma y de su posible desenlace. La autora se sirve de este esquema argumental para romper el hilo de una serie de recuerdos de infancia y juventud, que se desgranan confundidos con sus reflexiones sobre los sueños, el amor y la memoria.