Curiosa mezcla de ascendientes francoingleses, judeoespañoles y turcos, Hugo Pratt, veneciano de origen, despierta a la vida en Etiopía, donde descubre la guerra y el amor, y donde también aprende a dibujar y a detestar el colonialismo. A los veintidós años se embarca para Buenos Aires, donde reparte su tiempo entre el dibujo, los viajes y las extravagancias mundanas. Dibujó cerca de nueve mil láminas, dio varias veces la vuelta al mundo en pos de Yeats, Rimbaud, Stevenson, London y tantos otros amigos conocidos y desconocidos. ?Mi vida comenzó mucho antes de que yo viniera al mundo, e imagino que proseguirá sin mí muchos años más?, escribió.