Hablar de D. Julián es hablar de ecumenismo y de su historia, de espiritualidad y pastoral ecuménica, de un ecumenismo vivido y contado por sus propios protagonistas en el que se entremezclan historia, doctrina, espiritualidad y estudio bíblico con el trabajo ecuménico y el contexto histórico, social y religioso del mundo en el que se desarrolla. D. Julián en toda su obra estuvo unido a muchos amigos y hermanos de otras confesiones cristianas, había adoptado como base de su vida el principio de Lund: «Hacer juntos todo aquello que la propia conciencia no nos obligue a hacer por separado», y para ser fiel a este principio se han acompañado sus escritos con algunos de los autores con los que colaboró, protestantes, ortodoxos, anglicanos, bautistas, metodistas, adventistas, sacerdotes, obispos, pastores, laicos, teólogos, hombres y mujeres. Aunque no puede negar D. Julián la preocupación por los pasos ecuménicos de la Iglesia católica, mayoritaria entre las Iglesias cristianas y con el Primado de Pedro de unidad y concordia, nunca de separación, que como padre y pastor debe salir en busca de todos sus hijos y hacer avanzar el movimiento ecuménico.