En la segunda mitad del siglo XIX, Badajoz cuenta con un importante número -la élite del momento- de intelectuales ocupados en las polémicas de su tiempo. Uno de los más conocidos, Tomás Romero de Castilla, mantuvo una larga disquisición con el canónico Valbuena, en la que intervino Ortíz y Lara, sobre Catolicismo y Krausismo.