Entre los años 1979 y 1986 la ciudad de Madrid estuvo gobernada por un alcalde imposible de clasificar en los compartimentos estancos de la vida política o administrativa. Enrique Tierno, por una parte, era heredero de la tradición del siglo XIX, con sus Cánovas, sus Costa y sus Galdós, mitad hombres de letras, mitad conductores de opinión. Por otra parte, supo Tierno abrir la válvula necesaria para llenar Madrid de aire fresco y ponerla al día de contenidos estéticos que incluso a día de hoy, cuarto de siglo más tarde, siguen siendo modernos. Esta es la historia de cómo ese camino hacia la Casa de la Villa se empezó a andar muchos años antes, y cómo su base teórica sigue siendo un referente en el siglo XXI.