Esta obra refleja, en la medida de lo posible, una aproximación a la personalidad de un tijoleño ilustre: Don Lázaro Rodríguez Lozano; cuya existencia estuvo marcada por la emigración, transcurriendo a orillas de un inmenso océano: el Atlántico. En la vertiente oriental, sentirá la influencia de dos ciudades: Tíjola y Madrid; en la occidental, la de Piracicaba y San Carlos del Pinhal, estado de Sâo Paulo (Brasil). Ambas culturas harán influir de su personalidad dos características bien definidas: una, su compromiso político y social con la época en que le tocó vivir; y otra, la más importante, su pensamiento pedagógico y su creatividad musical. Estudió clarinete, piano, dirección y composición, obteniendo al final de sus estudios en 1909, por concurso público, el «Primer Premio Nacional de Armonía» de las manos de Tomás Bretón.