Estas páginas nos invitan a compartir, desde los recuerdos que evocan, el encuentro con estos acantilados de la palabra: la ilusión estética, la función de la mirada, los sonidos de la máquina de la ciudad, las imágenes del infinito a través de la materia. El diálogo entre el horizonte de la polis y la Torre-esfinge, cómo se desarrollan las formas recuperando las semillas del pasado, a veces, entre bálagos resecos o entre sugerentes dibujos que subyacen entre los hilos del lienzo, también los agudos apóstrofes y radicales de la materia, en fin, unos fragmentos de ática belleza cuya lectura a algunos nos hace renacer, en metáfora orgánica, el aroma de los tilos. El lenguaje se ha escrito viene a ser como un dique seco contra el caos innominado, la palabra del filósofo Emilio Lledó podríamos enunciar es memoria antropológica en busca de lo concreto y, sobre todo, mirada ontológica, a la captura de lo esencial.