Este libro es el diario de un hombre contemplativo, un joven cura de barrio que sabe leer en los ojos, escuchar en el ruido y descubrir la belleza entre las basuras. Un hombre que se deja abrazar por la existencia, que se entusiasma con una planta y se asombra con la tormenta, que aprende de los gorriones y goza con una canción, que sabe reír con la gente de su barrio al tiempo que llora con todo aquel al que le duele la vida. Un hombre que alaba a Dios con su vivir. Los testimonios que desfilan por estas páginas son normales, cercanos y cálidos. Son, en el mejor de los sentidos, noticias del corazón. Como caricias u homenajes que se va haciendo a la vida de distintas personas, mientras se cuentan retazos, momentos, gozos y tristezas de unas y otras.