El Nuevo Mundo fue en el siglo XVI un permanente reclamo para la gente de las Españas. Este fue el caso de Jerónimo de Alderete y Mercado, personaje de la baja nobleza castellana, que se decidió también a cruzar el Mar Océano. Abandonó su villa de Olmedo cumplidos los dieciocho años para abrirse allí futuro, y terminó esculpiendo su nombre junto de los más altos personajes que animaron la conquista. Con el empleo de las armas consumió los mejores años de su vida, renunciando a todo cuanto le rodeaba, incluso también al que fue su más sentido amor. Su paso por Venezuela en busca del Dorado, las expediciones al oriente del Perú, para someter a los chunchos y chiriguanos, y el largo peregrinaje por tierras de Chile, a los órdenes de D. Pedro de Valdivia, para romper la persistente resistencia india y establecer nuevas fundaciones, hizo de él un hombre fuerte, valeroso y de inquebrantable lealtad, merecedor de los más altos honores y distinciones. Esos logros no fueron sino la consecuencia de su más firme determinación y sacrificio..