Durante los carnavales de 1927, después de caminar tres días y sus noches por Buenos Aires, dormir poco y beber mucho, Emilio Gauna entrevé en el abra de un bosquecito, en Palermo, la culminación de su vida Para los carnavales de 1930 Gauna decide salir otra vez con la esperanza de recuperar la revelación perdida. El muchacho intuye que habrá peligros y no sabe hasta qué punto es valiente; sin embargo, está dispuesto a averiguarlo.