En "Elogio de los Jueces escrito por un abogado", "el profesor abandona un día sus severas especulaciones científicas y pone su ingenio, de fama internacional, en el ara de la más excelsa virtud y al servicio de su sacerdocio, para rimar en verdaderas poesías el canto y loa de su amor por la función judicial. Porque enfrentarse con la plebeyez de las preocupaciones contra la justicia y sus servidores, divulgadas en todos los tiempos y con virulencia corrosiva en los actuales, requiere la vocación prócer del sacrificio de otro hidalgo, que cual el de nuestro Cervantes, aleje con su fuerte brazo a los malandrines que les acosan. Seguramente no ha de faltar intención a muchos para mantear también a nuestro héroe, a quien no podrá alcanzar nunca la ofensa de torpes acometidas".ÍndicePrólogoI. De la fe en los jueces primer requisito del abogadoII. De la urbanidad (o bien de la discreción) de los juecesIII. De ciertas semejanzas y diferencias entre jueces y abogadosIV. De la llamada oratoria forenseV. De cierta inmovilidad de los jueces en audiencia públicaVI De ciertas relaciones entre los abogados y la verdad, o bien de la justa parcialidad del defensorVII De ciertas aberraciones de los clientes, que los jueces deben recordar en disculpa de los abogadosVIII De la predilección de abogados y jueces por las cuestiones de derecho o por las de hechoIX Del sentimiento y de la lógica en las sentenciasX Del amor de los abogados por los jueces y viceversaXI De algunas tristezas y heroísmos de la vida de los juecesXII De cierta coincidencia entre los destinos de los jueces y de los abogados