Emilio Carrere fue una pintoresca figura de la bohemia madrileña. Fue un niño que jugaba en la plaza de Oriente; fue el funcionario más impuntual y más rebelde; fue millonario para ser pobre de nuevo... y residente en un manicomio... y articulista ingenioso... todo eso y mucho más fue Emilio Carrere. Para nosotros fue el poeta que supo cantar a la bohemia. Su poema “La musa del arroyo” se hizo popular en todo Madrid y lo recitaban los atildados burgueses y las humildes modistillas... Su rostro era familiar: “¡don Emilio!”, le saludaban por las calles. Y don Emilio desaparecía en un recodo de la calle de Ceres, por una callejuela del barrio de la Universidad, buscando una anécdota, acechando un misterio o una leyenda para crear relatos, poemas y artículos.