Los Salmos pueden considerarse como la fuerza y el alimento que Dios da al hombre. El mismo alimento con el que se fortalecía el Señor Jesús. Como dice el concilio Vaticano II, los Salmos hacen siempre referencia a Jesucristo y también a la Iglesia, es decir, a cada creyente, a cada persona que busca a Dios. Las reflexiones de este libro tratan de penetrar en cada salmo con la sabiduría que viene de Dios, y encontrar algunos datos catequéticos que los relacionen con el Evangelio, con la misma vida de Jesús. Así nuestra relación con Dios -sobre todo en lo que respecta a recibir la gracia en toda prueba, tentación o duda- podrá ser semejante a la que recibió Cristo en su constante relación con el Padre.