Juan Pablo II es el autor de esta encíclica, que quiere ser una confirmación precisa y firme del valor de la vida y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, una acuciante llamada a todos, en nombre de Dios, para respetar las demás vidas humanas. La introducción, la guía de lectura y las notas de explicación del vocabulario están escritos por Monseñor D. Tettamanzi, Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana.