Afganistán, un país montañoso e inhóspito, con climas extremos y política turbulenta, es conocido como el cementerio de los imperios, por una buena razón: ninguna potencia extranjera, de Alejandro Magno a la Unión Soviética, pasando por Gran Bretaña, y ahora los Estados Unidos y las fuerzas de la OTAN, han conseguido nunca controlarlo. El país es también un cementerio de la lógica: es difícil entender quién es quién, quién está a cargo y con qué fines. ¿Por qué la actual guerra en Afganistán tiene raíces profundas en la historia regional e internacional? ¿Quiénes son los muyahidines? ¿Quiénes son los talibanes o los pastúes? ¿Qué papel entre los señores de la guerra desempeñó Osama Bin Laden? Como en el pasado, la historia reciente de Afganistán es una historia de guerra y disturbios civiles. La invasión protagonizada por la Unión Soviética en 1979, que se vio obligada a retirarse 10 años más tarde, o el ataque de represalia de los Estados Unidos, a la cabeza de una coalición internacional en octubre de 2001, no parecen ser más que nuevos capítulos de ese libro que nunca acaba de escribirse. Aunque lleve el título de «Libertad Duradera».