El término «Expresionista» se aplicó en un primer momento a la pintura francesa contemporánea expuesta en la Berlin Secession de 1911. En los años de la Primera Guerra Mundial, el concepto «Expresionista», con un sentido ya más amplio, pentró en muchos lugares de la cultura metropolitana alemana. Aunque carecía de una cohesión estilística, el movimiento se vio unido por su rechazo del impresionismo y por la búsqueda de una realidad propia y esencial por debajo del mundo exterior de la apariencias. Shulamith Behr explora los temas de oposición -de las ambiguas imágenes de la vida urbana y comercial a las contraimágenes del campo-. Estudia las comunidades artísticas de Dresden (Die Brücke), Munich (Der Blaue Reiter) y Berlín (Die Pathetiker) y ponde de manifiesto la influencia de los años de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución de Octubre de 1918. Aunque el arte expresionista fue catalogado de «degenerado» durante el Tercer Reich, la tradición encontró cobijo en el repertorio del modernismo y recobró un nuevo vigor en el período de la posguerra.