Un texto complejo, con una carpintería teatral muy elaborada, singular, atrevido, inquietante y poco frecuente en nuestros escenarios; donde el absurdo se entremezcla con el suspense y el humor aparece como reacción a unas situaciones desconcertantes. Sin explicaciones realistas, se mueve en un terreno que oscila entre el sueño y la vigilia. Con esta obra, Marsillach, intenta averiguar el hecho misterioso y apasionante de saber si estamos vivos o muertos. Una cuestión que, quizás, vaya más allá del hecho físico.