Cuando los Reyes Católicos acceden al trono de Castilla, los judíos conversos han vuelto a las prácticas judaizantes. Para erradicarlo, los monarcas solicitan al Pontífice Sixto IV la implantación en Castilla de una inquisición distinta a la episcopal y a la pontificia, ya existentes, y que fuese controlada por los propios soberanos. Así, en 1478, el Papa concede, mediante la bula “Exigit sincerae devotionis affectus”, la inquisición solicitada por los monarcas.No es hasta 1483 cuando aparece el nombramiento del inquisidor Fray Tomás de Torquemada como Inquisidor General. Su gobierno es duro e intransigente con los falsos conversos durante los quince años que dura su mandato. Un periodo en el que formula las instrucciones, reglas por las que se rige la Inquisición y que contemplan duras penas que van desde la cárcel y expropiación de todos los bienes hasta la muerte en la hoguera.