Llegó a la Argentina, de su Francia natal, recién cumplidos los 18 años, y acabo siendo una figura central de la literatura de ese país. Con su crítica severa, Groussac influyó decisivamente en el desarrollo de la cultura del Río de la Plata. Fruto vedado, una novela acaso autobiográfica, entrecruza la historia de un viaje en barco y la de un amor frustrado.